Termina otro día, puedo decir que mi vida está mejorando, que esas nubes negras que amenazaban una gran tormenta hoy ya no están; que mi vida finalmente es la que alguna vez quise. Me sumergí en un profundo sueño, soñé que ese mundo perfecto, que tanto me había costado conseguir, se desmoronaba. Que todas las personas en las que solía confiar, desaparecían; que mis mejores amigos eran simplemente desconocidos y que todas aquellas personas tan importantes de mi vida, se alejaban sin motivo alguno. De repente, ese cielo celeste brillante, se convertía en un amontonamiento de nubes tormentosas, rayos y relámpagos. Y ahí me encontraba yo, bajo la tormenta, esperando. Me ví empapada por la tormenta, con la ropa sucia y sin sonrisa. Deseaba con toda mi alma que solo sea un mal sueño y que cuando despierte, vuelva todo a la normalidad. Todavía sigo esperando e intentando buscar una salida a ese sueño o, mejor dicho, a esa realidad.

Ya no sé porque te me viniste a la mente de nuevo, estaba todo tan enterrado, tan superado. Quizás no. ¿Por qué me cuesta tanto desprenderme de los recuerdos, de las personas?¿Por qué vuelve siempre el mismo sentimiento, si intento de mil maneras para que no lo haga?. Tantas preguntas, que no sé como responder, tantos sentimientos que no sé como tapar. Me siento tan perdida, tan ilusa y tan rara, que otra vez tengo la necesidad de ocultar esto y llorar sola. Llorar por días enteros para sacar todo el amor en vano que tengo adentro mío. Hace tanto tiempo que no me sentía así, tan vacía, tan sola, con mi orgullo reducido a 0 y mis ganas de tenerte al lado mío multiplicadas por un millón. 

Quería olvidarte y compre un libro, pero en sus paginas decía: "No se olvida a quien se ama todavía".

Las mujeres perdonan, pero no olvidan. Las mujeres que olvidan, fue porque no perdonaron.